Características de la acuñación a golpe de martillo como método de producción de moneda antigua

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Por Diego A. Alvarez

Apartado publicado como parte de un artículo más extenso en Revista Minerva N° 2. Para leer el artículo completo, ver: «Las falsificaciones modernas de monedas antiguas como objeto de estudio de la Criminalística: Análisis forense y numismático de un denario de Severo Alejandro (parte I)»

Las civilizaciones antiguas que produjeron dinero utilizaron diversas técnicas para la realización de sus monedas, siendo las más extendidas, el método por acuñación, muy utilizado en el mundo occidental antiguo; por fundición, propio y característico de China; y por marcación a punzón, presente en las primeras monedas indias.

Las monedas acuñadas son producidas grabando el diseño sobre la superficie metálica por medio de un golpe o presión ejercida por un cuño (troquel) que contiene los diseños, por lo general, en negativo, dejándolo estampado en positivo o en sobrerrelieve.

Durante la época imperial romana[1], exceptuando ciertos casos extremadamente raros[2], las cecas imperiales producían moneda a través de la acuñación a mano por golpe de martillo, técnica utilizada desde 650 a.C. Consistía en colocar un cospel o flan (moneda sin acuñar), aún caliente o recalentado a fin de quedar ablandado, entre dos cuños o troqueles que poseen los diseños de anverso y reverso que se desean estampar en negativo o invertido. Los flanes podían ser confeccionados de diferentes formas, como ser, por fundición, mediante moldes que poseían alvéolos conectados en rama (Pina, s.f.); cortando en rodajas barras con forma cilíndrica, o simplemente recortando una lámina con tijeras, entre otras. Por su parte, hay diversas hipótesis acerca de cómo eran realizados los cuños, pero lo que parece ser más probable (Pina, s.f.) es que las leyendas eran grabadas con posterioridad al resto de elementos del diseño de ambas caras. Además, por regla general, el cuño correspondiente al anverso era el fijo, que se encontraba inmóvil posiblemente clavado a un cepo de madera que hacía las veces de yunque, y por ello sufría menor deterioro. El del reverso era el móvil, una pieza cilíndrica sobre la cual quien realizaba la acuñación golpeaba una o más veces (García, 2015, p. 8) con un martillo a fin de dejar estampado y transferidos los diseños de los cuños al cospel, que se encontraba apoyado sobre el cuño fijo.

Proceso de acuñación por golpe de martillo. Fuente: Muñiz García, 2015, p. 8

Se cree que en el proceso de acuñación intervenían al menos 3 operarios: el suppostor, quien colocaba con la ayuda de tenazas el cospel sobre el cuño de anverso, apoyado en el yunque, y quien también controlaba el peso del mismo; el malleator, encargado de golpear repetidas veces el cuño de reverso contra el cospel, ayudado con el martillo; y un operario más, cuyo nombre se desconoce, pero sería el encargado de retirar la moneda ya acuñada. El hecho de que el cospel antes de ser golpeado fuera calentado o no, afectaba directamente la vida útil de los cuños[3]. Para el cumplimiento de esta labor, los trabajadores de la ceca se valían de herramientas, que han sido oportunamente representadas en monedas romanas: el cuño, yunque, martillo (malleolos), tenazas (fórceps) [para el proceso de acuñación], lezna, taladro de arco, cuchillo y martillo pequeño [herramientas del grabador], faltando solamente la balanza, que permitía determinar el peso de los cospeles una vez obtenidos.

Denario republicano de la gens Carisia (siglo I a.C.) en donde se observan representadas en el reverso las herramientas de acuñación: tenazas, cuño, yunque y martillo.

Las características de este método, totalmente artesanal, impedía la posibilidad de encontrar dos monedas idénticas: aun partiendo de mismos cuños resultaba prácticamente imposible ya que al menos la posición y ángulo del cuño móvil e incluso del cospel, y la fuerza del martillazo ejercida, variaban de acuñación en acuñación, volviendo cada pieza verdaderas obras de arte únicas. 

Cabe aclarar, no obstante, que si bien la moneda acuñada fue introducida entre el siglo VIII y VII a.C., su técnica ha evolucionado y variado desde entonces. Por ejemplo, en la fabricación de cospeles, que comenzó realizándose en moldes individuales, pasó luego a ser producido por el método de “racimo”, y posteriormente mediante recortes a mano de láminas metálicas (Compaña Prieto, 2011, p. 201).

Posibles errores y defectos en el proceso de acuñación

Teniendo en cuenta que en la antigüedad, el proceso de manufacturación era puramente artesanal, se han encontrado piezas con una gran variedad de errores y defectos que son propios del método, y pueden generar falsas sospechas a quien está a cargo de su autenticación. Estos errores no deben alarmar al experto, quien podría llegar a confundirlos y relacionar automáticamente con una falsificación, sino que será de enorme relevancia conocer los distintos defectos que puede llegar a tener una pieza, que dependerá del proceso y la etapa de producción.

Las monedas con errores, principalmente en moneda moderna e incluso de curso legal, suelen ser de particular interés para los coleccionistas, al ser más raros, demandados, y por lo tanto, de mayor valor en el mercado. Pero en las monedas antiguas no ocurre lo mismo. Salvo raras excepciones, si bien son de gran interés científico, su valor entre coleccionistas tiende a disminuir cuando estas monedas presentan errores o defectos de cualquier índole, en comparación con uno del mismo espécimen sin estas características. 

Es posible encontrar una extensa variedad de tipos de errores y defectos que el propio método de acuñación puede producir, sin embargo, vale aclarar que no se tratan de casos típicos de las cecas oficiales que producen moneda imperial, sino más bien, suele ser común su presencia en monedas locales, en cecas orientales, y en imitaciones bárbaras.

Puede cometerse errores en cualquier etapa de acuñación, y éstos quedarán reflejados en el producto final. Los errores de diseño, por ejemplo, son equivocaciones cometidas al principio, en la grabación de los cuños, en donde puede suceder que los tipos (imágenes) no coincidan con la leyenda[4] (blundered legend)[5], o que se visualicen en anverso, reverso o ambas caras, leyendas y diseños invertidos, al no haber sido grabados los cuños en negativo (cuño grabado invertido). Éstos podrían considerarse errores propios del proceso de grabado de los cuños, que son más comunes en moneda provincial.

Teniendo en cuenta que el objeto de investigación fue producido por la ceca de Roma (moneda imperial oficial), este tipo de error no será común de encontrar, y por lo tanto debería generar algún tipo de sospecha su presencia. Aun si se tratara de otra ceca, estos errores por lo general están bien clasificados en catálogos. Se trata de errores que pueden estar presentes en falsificaciones de época, pero también podrían estar presentes en falsificaciones modernas por acuñación, pudiendo ser un despiste del artista que la realizó.

Otro tipo de defecto posible de encontrar sucedía cuando ambos cuños chocaban entre sí al no haber entre ellos flan que acuñar, quedando impresas ciertas zonas en ellos que luego eran transferidas a los cospeles en forma de marcas que identificaban los diseños del otro cuño, quedando una especie de segunda imagen, cuyo eje de acuñación era distinto a su correspondiente, muy infrecuente de todos modos en la ceca imperial. Los cuños además, podían sufrir roturas o agrietamientos (broken die) por los golpes recibidos, que, cuando son apreciables, dejan marcas en forma de largas líneas que atraviesan motivos y leyendas en las monedas producidas. Es más común que se produzca con los cuños de reverso (móviles), ya que era golpeado con el martillo con mayor presión que el de anverso. Por ello este cuño debía ser reemplazado con mayor frecuencia que el fijo, porque se desgastaba así más rápido. De aquí surge otro defecto muy frecuente, principalmente en la moneda romana a partir del siglo II d.C. (Pina [s.f.]), en donde el reverso se presenta más gastado que el anverso, no provocado por un excesivo uso en la circulación, ni podría confundirse con la típica poca profundidad de relieve de piezas fundidas, ya que en ambos casos sería homogéneo en ambas caras.

Los cuños además, podían sufrir empastamientos (filled die) con restos de metales de los cospeles golpeados, generando pérdidas de partes de las leyendas o motivos contenidos.

En síntesis, los cuños en la antigüedad eran susceptibles de sufrir desgastes, empastamientos, agrietamientos y roturas, que podían ser transferidos a las monedas como marcas características en el proceso de acuñación.

También existen defectos propios del proceso de producción del cospel. Para que se produzca una correcta impresión del cuño, los flanes debían ser calentados a alta temperatura (700ºC aprox.), a fin de evitar roturas y agrietamientos por el golpe producido por el martillo[6].

Uno de los defectos podía ser el de tamaño inadecuado, que no era infrecuente en las monedas antiguas, porque quienes realizaban los cospeles ponían especial atención en su peso final, no en su módulo. En estos casos, los cospeles pueden ser más grandes de lo esperado, quedando sobrantes de espacio fuera de la acuñación, o más pequeños, llegando a perderse por ejemplo parte de las leyendas que bordean las figuras centrales. Es por ello que no debe llamar demasiado la atención encontrar tamaños de diámetro fuera de lo estadísticamente esperado.

Así como los tamaños pueden resultar inapropiados, también sus formas, por el mismo motivo ya descripto. Denominado ragged flan, son más comunes en denominaciones en AE[7] de la época en estudio, en donde las formas son fuera de lo convencional.

Existen además, marcas resultantes de la preparación del cospel, como puede ser de limado en los bordes, y que deben ser bien diferenciados de las piezas falsas por fundición.

Otro defecto que puede con cierta frecuencia encontrarse, en especial, sobre piezas del período de la pieza cuestionada, es el denominado ghosting o imagen secundaria. Cuando el espesor del cospel era muy reducido, con diferencias de relieve entre anverso y reverso, y ante ciertas condiciones de acuñación, podía suceder que el metal del reverso fluyera hacia el anverso, al no haber suficiente presión para rellenar ambos cuños. De este modo se generaba una segunda imagen en el reverso (desde donde se trasladó el metal) correspondiente al cuño del anverso, que coincide perfectamente con la posición en la que aparece en su respectivo lado, a diferencia de los errores antes mencionados de los cuños golpeados, es decir, sus ejes coinciden.

Denario de Severo Alejandro acuñado en Roma (225 d.C.), en donde es posible observar que coincide en posición la imagen de anverso con su imagen secundaria de reverso. En este caso, el peso de la pieza es más baja de lo habitual (2.1 g.).
Fuente: http://www.tesorillo.com/articulos/errores/errores4.htm

No obstante, un error aún mucho más frecuente propio del cospel es el de agrietamiento o rotura, pero que dependía de las condiciones en la acuñación, por lo general debido a la falta de una adecuada temperatura. Las roturas o grietas pueden verse en todas las monedas acuñadas, en cualquier denominación[8] o período, y nos indica que éste fue el proceso llevado a cabo para su producción. Las grietas pueden ser vistas de forma muy extensa o sólo en la zona radial.

Ejemplos de cospel considerablemente roto (a la izquierda, sestercio de Otacila Severa), comparado con una pequeña grieta radial (a la derecha, antoniniano de Tácito). Fuente: http://www.tesorillo.com/articulos/errores/errores4a.htm

[1] Las tareas llevadas a cabo para la obtención de moneda, o “officina monetalis”, estaban bien administradas por el Imperio bajo la competencia de diferentes cargos. En la época en estudio, y desde el reinado de Trajano (98 d.C.) era el “procurator monetae” quien estaba al frente de la ceca.

[2] En un intercambio de e-mails con Wayne Sayles, afirma que existen cecas cuasi-oficiales que fundieron algunas monedas, pero que en realidad, no era una actividad típica de las cecas oficiales. Damián Salgado por su parte no comparte esta opinión de cecas “semioficiales” aceptadas por el Estado.

[3] Autores como Sellwood (cit por Pina [s.f.]) estiman que un cuño de anverso podía obtener entre 10.000 y 16.000 piezas en caliente, mientras que en frío entre 5000 y 8000.

[4] Teniendo en cuenta que, probablemente, las leyendas eran grabadas con posterioridad al resto de diseños

[5] Este es el típico caso referido anteriormente que sucede en las cecas orientales, por poseer un idioma distinto (griego). Puede suceder, por ejemplo, que una leyenda se refiera a una diosa distinta a la que aparece representada, o que un tipo de reverso típicamente femenino se halle en una moneda cuyo anverso aparece representado un emperador masculino. En moneda provincial también, y por este mismo motivo, suelen ser comunes las confusiones de la letra R (latina) con la P o rho griega (por ejemplo, “PEPTINAX”), o el uso de letras invertidas.

[6] En la época de Constancio Magno comienza a utilizarse el acero en la fabricación de los cuños, volviéndose innecesario calentar previamente los cospeles (Pina s.f.)

[7] Nomenclatura numismática que hace referencia a todas aquellas piezas en donde el cobre es el metal predominante en su composición (raras veces se acuñó en este metal puro), junto con otros metales no preciosos (Salgado, 1997, p. 97).

[8] Aunque las denominaciones en oro por lo general eran acuñadas con mayor cuidado

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