Por Diego A. Alvarez
En 2017 adquirí un pequeño lote de 7 monedas bajoimperiales romanas a través de una reconocida plataforma e-commerce. El vendedor, quien al principio pensaba que era inglés (pero que luego resultó ser español), las vendía en publicaciones individuales, y en todas ellas mencionaba, entre lo más destacado, lo siguiente:
Vendido en nombre del Royal Ontario Museum (ROM). Ex 1903/5 Ihnasyah Hoard. Cada moneda individual posee su propia descripción, número de inventario del Museo e información de pedigrí. (…)
Estas monedas rápidamente captaron mi interés: las piezas con pedigree no suelen ser comunes de ver, ni accesibles, ya que tienden a valorarse más, al brindarle cierto aval de autenticidad al comprador. Bastante intrigado, oferté por 7 de ellas, y le solicité al vendedor si me podría enviar información que certifique que las piezas provenían del tesoro. Las monedas adquiridas fueron las siguientes:
Como respuesta, obtuve un archivo .doc con un copy-paste de un supuesto lote ofrecido por una casa de subasta internacional de gran prestigio, y el siguiente comentario: “No tengo otro tipo de certificado. Las monedas fueron obtenidas de un lote ofrecido por la casa de subastas más grande del mundo, Classical Numismatic Group”.
Escéptico por la respuesta recibida, aproveché la información del archivo y lo busqué en la casa de subasta mencionada. Y, tal como había adjuntado el vendedor, encontré la publicación del lote, la N° 1899, en la subasta Tritón XVIII de la Classical Numismatic Group.
La publicación del lote N° 1899, cuyo valor estimado era de 3000 USD y finalizó en 2250 USD, detalla lo siguiente:
Lote de 645 monedas Æ de la Era Constantiniana, que incluye folles reducidos de Constantino I de varias cecas, mayormente orientales; folis de Licinio I (10) y Licinio II (4), estado Fair-VF, con pátina marrón.
Luego brinda la siguiente información, extraída del artículo de Armstrong, The Ihnasyah Hoard Re-Examined (1965):
Antes de la apertura del Royal Ontario Museum en 1912, el primer director de Arqueología, el Dr. Charles Trick Currelly, compró en Egipto un gran tesoro, o parte de un tesoro, de monedas de bronce de Constantino, que formarían el núcleo de las colecciones del Museo. Conteniendo monedas que datan del período inmediatamente posterior a la Batalla de Crisópolis en el año 324 d.C. hasta el año 346 d.C., el tesoro, descubierto en 1903 o poco antes de su venta, fue comprado en 1905 en Ihnasyah en el Fayyum (Egipto).
Examinado por J. G. Milne, tanto el tesoro como su estudio se publicaron en 1914 en el Journal International d’Archeologie Numismatique. Con un total de más de 6000 monedas, el tesoro incluyó algunas monedas de otros períodos, que llegaron al tesoro en el momento de la venta, ya que su pátina es diferente a la del resto.
En 1965, Frederick H. Armstrong publicó una nueva visita al tesoro, revisando y enmendando el trabajo anterior de Milne, y observando las variedades que se perdieron en su estudio. En esta re-examinación, Armstrong comenta lo difícil que era obtener información acerca del museo antes de 1912, principalmente, detalles de cómo realmente fue obtenido el tesoro. Por un lado, Milne menciona que fue comprado en 1905, pero por el otro, Currely en sus memorias (publicadas en 1956) describe a las operaciones llevadas a cabo en Ihnasyah de la siguiente manera:
En el invierno de 1903 fui de Nápoles a Palermo, y de allí a la isla de Sicilia y luego a Creta, donde pasé mi tiempo haciendo dibujos de los objetos que habíamos encontrado. De Creta fui a Ehnassieh (Ihnasyah) en la región de Fayoum en Egipto. Allí encontré a un gran número de nativos excavando sobre un gran montículo para obtener polvo de ladrillo de barro que era rico en salitre y, por lo tanto, valioso como fertilizante. Nuestros hombres habían llegado y comencé a construir una línea de chozas. Mientras esto se hacía, fui hacia donde los campesinos estaban cavando el polvo de ladrillo, las viejas cenizas, y la basura de la antigua ciudad. Les pregunté si alguna vez habían encontrado alguna antigüedad. Dijeron que no, y me senté a mirarlos. Al poco tiempo apareció el modelo de un escudo. Le dije: “Eso es una antigüedad; te daré medio piastro (unos dos centavos y medio) por ello”. La emoción generada fue intensa, ya que sus salarios eran de solo diez centavos por día. Pronto, unas lámparas romanas aparecieron, y en dos o tres días los tuve esperando ansiosamente cualquier tipo de objeto que apareciese. Di un precio estándar de medio piastro por cada objeto, y al poco tiempo, todas las noches traían una gran cantidad de objetos. De los locales logré comprar unas treinta mil monedas romanas y un gran número de objetos romanos .
Aparentemente, entre las treinta mil monedas romanas a las que hace referencia Currelly estarían incluidas las del tesoro, y gran parte de la colección de monedas romanas imperiales que posee el museo, emitidas en Egipto anteriores a la reforma de Diocleciano en 296 d.C.
Del total de las 6527 monedas analizadas, solo 35 son anteriores al período 324-346 d.C., y solo una es posterior. Por lo cual, y según Armstrong, la fecha del depósito del tesoro debió ser inmediatamente antes de la reforma monetaria del 346 d.C. Además, en el tesoro aparecen representadas casi todas las cecas del imperio, siendo las principales las de Antioquía y Alejandría.
No obstante, aún insatisfecho pese a que había encontrado la publicación original de la venta del lote, mi natural desconfianza me llevó a contactarme directamente con el museo canadiense para consultar acerca de las piezas adquiridas. Para mi sorpresa, la respuesta vino de parte de Paul Denis, curador de la colección griega y romana del ROM, quien me confirma que efectivamente, las 7 monedas que le había enviado parecen pertenecer al tesoro que el Museo cedió en 2015 en la subasta Tritón XVIII. A continuación, me recomienda que lea la introducción que escribió en dicho catálogo sobre el tesoro de 6533 monedas, el cual fue ofrecido en 10 lotes divididos de 600 piezas (lotes #1899 a #1908), entre los que se encontraba el lote que había adquirido el vendedor que me ofreció las que tengo en mi poder.
En la introducción publicada en el catálogo Tritón XVIII por Paul Denis, además de realizar un resumen de los estudios llevados a cabo por Milne y Armstrong sobre el tesoro, menciona que el ROM cedió estas monedas con el fin de generar fondos para mejorar la calidad de sus colecciones, y que lo recibido por esta desaccesión se dirigirían a adquisiciones de colecciones.
De Ihnasyah solo queda hoy en día una serie de montículos de basura, de unos 369 acres de extensión (unas 149 hectáreas), conocido localmente como “Umm el-Kimän” o “Madre de montones de polvo”. Pocos rastros han quedado de su pasada prosperidad: algunas columnas bizantinas que marcan la última fase de su ocupación.
Bibliografía:
Armstrong, F. H. (1965). The Ihnasyah Hoard Re-Examined. The Phoenix. Vol. 19, No. 1, pp. 51-60.
Milne, J. G. (1914). A Hoard of Constantinian Coins from Egypt. Journal International d’ Archéologie Numismatique, 6, pp. 1-27.
Royal Ontario Museum: www.rom.on.ca
Subasta Tritón XVIII (2015), Classical Numismatic Group.
Que interesante artículo sobre las monedas bajoimperiales. Pocas veces podemos encontrar aca en Uruguay piezas como las mencionadas y por lo tanto o existen estudios tan interesantes como el que acabo de leer. Muchas gracias.